1:28 Comment0 Comments



La imagen del rostro del cadáver del “Che” Guevara por más de diez minutos. De fondo, la música de tambores que avanzan cada vez mas rápido y golpean más fuerte. Una ametralladora de imágenes, sonidos y conceptos que invaden los ojos y oídos del espectador. La hora de los hornos tenía la función de ser un disparador para una revolución. Hoy es una pieza de museo de un anhelo que no se cumplió.


La realización de este film en 1968 estuvo a cargo del Grupo Cine Liberación, integrado por Fernando “Pino” Solanas y Octavio Getino, durante la dictadura oscurantista del General Juan Carlos Onganía. En ese entonces el peronismo estaba proscripto y su líder, en el exilio. En este contexto la película fue hecha de forma clandestina. Tres partes integran esta obra; neocolonialismo y violencia, acto para la liberación y violencia y liberación.

El film logra un impacto visual fuerte. La imagen de una prostituta esperando a sus clientes, con la canción patria Aurora de fondo; o las cifras sobre la venta de recursos argentinos al exterior, intercalado con imágenes de vacas masacradas en un matadero. Solanas y compañía sustentan sus conceptos con datos y frases.

La banda de sonido secunda a los golpes visuales. Varios locutores hablan, algunos en tono burlón. El film utiliza varios recursos de la publicidad, irónicamente de donde provenía Solanas. En la película se encarga de satirizarla.

Era la época del mundo bipolar; tiempos de la Revolución cubana, el Mayo Francés y la Primavera de Praga. La película hace ver a la paz como un elemento de los países imperialistas para aletargar a las masas, cuando lo que se propone es la violencia como arma ante el neocolonialismo.

Solanas toma al peronismo como un movimiento de izquierda. La segunda parte del film se centra en la historia del movimiento creado por Perón, desde su génesis y derrocamiento, hasta la resistencia. Por supuesto, el caudillo es entrevistado desde el exilio.

El sistema devoró al mito. Hoy uno puede conseguir La hora de los hornos en una de las mas conocidas cadenas de ventas de discos. La película, de casi cuatro horas de duración, se exhibía de manera clandestina. En la película se hacia un intervalo para el debate. Eran otros tiempos.

Varios de las ideas que plantaba el film se fueron perdiendo con el fin del mundo bipolar. Pero en una época de una juventud apolítica, cultura global y un lock out de la oligarquía agro ganadera al Gobierno actual todavía muy fresco en la memoria; hacen pensar que tal vez La hora de los hornos no estaba tan equivocada.

Federico Pokorowski