Pensar la humanidad como especie sin tener en cuenta su sexualidad, no sólo es difícil, es imposible. Y se hace imposible no por la importancia biológica que tiene el sexo para el ser humano, sino por el valor que la sociedad le proporciona Quizás en tiempos pretéritos sí era importante biológicamente, pero hoy con el avance de la ciencia y la tecnología es posible la reproducción sin sexo. Sólo vasta una cubeta y algunos médicos para hacer una inseminación artificial. Pero sin duda el sexo, en tanto erotismo y forma de relacionarse y de estructurar la vida en sociedad, es un hecho trascendental en la vida del hombre y la mujer.
El fenómeno de la sexualidad está substancialmente ligado a la humanidad, por lo tanto a lo largo de más del 10 mil años de antigüedad, la relación de los hombres y mujeres con el sexo no ha sido la misma. Además, el sexo aparece históricamente en todas las culturas también como tabú. Es un tabú hablar de sexo. Y lo es porque está relacionado con el deseo, y por lo tanto, con la prohibición.
Un ejemplo claro puede ser la alta Edad Media, es decir entre los siglos V y VIII. Curiosamente es el periodo en que la Iglesia Católica romana comienza a desarrollar y legitimar su poder social a lo largo y ancho de Europa. En principio, su objetivo fue controlar la sexualidad en los hogares, y de allí surge el concepto de que la única sexualidad tolerada es la que involucra la reproducción de la especia humana. Fuera de este objetivo la sexualidad era lujuria, pecado. La noción de tabú, en este caso, está ligada directamente con la idea de pecado.
Hay varios tabúes sexuales que son hijos directos del Medioevo europeo. Uno de los más significativos es el que tiene que ver con las posiciones sexuales. La única posición tolerada para el coito por la Iglesia romana era la del hombre sobre la mujer. Todas las demás eran pecaminosas, ya que buscaban que el placer prime por sobre la reproducción sexual. Y esto habla, también, de los valores que regían por esos tiempos: una sociedad machista, donde el hombre va sobre la mujer.
Luego, surge la persecución a los sodomitas, aquellos que practicaban sexo anal. Durante la Edad Moderna en varios Estados europeos se condenó a torturas, galeras o muerte a quien fuese encontrado culpable de practicar el denominado “pecado nefando”. La Inquisición española quemó a cientos de sodomitas a lo largo de la península.
A su vez, la masturbación es para la Biblia un pecado y necesitaba ser castigado. El termino onanismo proviene del personaje bíblico Onán, quien luego de masturbarse dejó caer su semilla en el suelo. El dios judeo-cristiano lo castigó por utilizar la sexualidad como un elemento ajeno a la reproducción.
En el siglo XX, Sigmun Freud y Michel Foucault dieron pasos enormes para desmitificar la sexualidad, mostrando que muchos de los tabúes tienen que ver con una utilización social por parte de las clases dominantes para extender los valores hegemónicos hasta las mismas alcobas de la población.
Se dijo anteriormente que el sexo podía ser un tabú porque está relacionado con el deseo y por tanto con la prohibición. La palabra erotismo proviene del griego y con ella se designaba al amor apasionado unido con el deseo sensual. Ese sentimiento fue personificado en Eros. En castellano el término erotismo está relacionado con la sexualidad y no simplemente con el acto sexual físico. De este modo el erotismo puede observarse en combinación con la libido, expresión que proviene de Freud, el padre del psicoanálisis.
En estos tiempos donde reinan los objetos y las mercancías, el erotismo puede confundirse con el fetichismo, que es la derivación del deseo hacia objetos o partes del cuerpo. Pero el erotismo es mucho más que eso también, ya que abarca diversos componentes de lo subjetivo y lo social, y de la bioquímica hasta el arte. El erotismo que genera atracción sexual y puede ser canalizado para lograr completa satisfacción. Al menos de eso se trata.
Estos son sólo algunos de ejemplos, que desde épocas remotas siguen presentes en la actualidad. Quizá hoy no se queme a un sodomita, o alguien que se masturbe no reciba un castigo divino, pero siempre queda la sensación que de estos temas lo mejor es no hablar.
Esteban Collazo