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La primera mitad de la década del ´20 fue uno de los momentos de mayor liberación creativa en la Unión Soviética. En este contexto el cine fue una constante usina de cintas que quedaran como un legado de lo que ocurría en la naciente republica soviética. Desde la revolución de octubre del ´17, hasta la muerte de Lenin en 1924, hubo una liberalización sexual en todo el territorio. Quedaban atrás las costumbres zaristas y burguesas, para dar paso a la experiencia socialista. Las mujeres cobrarían una importancia inusitada hasta el momento: se legalizó el aborto, el divorcio y las prácticas sexuales, cualquiera de ellas, pasaron a estar libremente aceptadas.

Hasta aquí, cine y liberación sexual no parecen ser muy compatibles. Pero en 1927, el director soviético Abram Room se encargaría de reflejar aquella realidad. “Cama y sofá” es una de las películas más famosas realizadas en la URSS. Se separa de las cintas que fueron contemporáneas a ella, en que no es el típico film de propaganda revolucionaria, sino que busca expresar mediante el humor y el erotismo una parte de la realidad que no preocupaba mucho a los miembros del Comité Central del Partido Comunista.
“Cama y Sofá” relata la vida de un matrimonio (Nikolai Batalov, interpreta a Kolia, el marido, y Lyudmila Semyonova hace de Liuda, la mujer de aquel) que vive en Moscú y recibe la inesperada visita de un soldado que combatió junto a Kolia durante la guerra civil. El soldado –de nombre Volodia- es interpretado por Vladimir Fogel. La llegada de Volodia da inicio a una espera cada vez más cargada de erotismo en la casa. Luida primero no lo aceptaba, pero cada vez comienza a sentirse más a gusto con la presencia de Volodia, al punto de sentirse atraída por él. Lo interesante de la película es que plantea la posibilidad de un hogar por fuera de las normas burguesas de convivencia, donde dos hombres pueden convivir en una relación física y emocional con una misma mujer.
Las primeras escenas eróticas se enfocan en la figura femenina. Luida aparece desnuda debido a situaciones cotidianas como un cambio de ropas o un baño. Con el correr del film las duchas pasan a estar compartidas con Volodia y con Kolia. Tales situaciones no son retratadas como algo traumático o un comportamiento ajeno a “la normalidad”. El triángulo amoroso se plantea con fino humor que retrata situaciones que hasta la llegada de Stalin al poder fueron más que normales en la URSS. La familia tipo como la concibe occidente fue reemplazada por casas donde convivían una gran cantidad de hombres y mujeres, sin parejas fijas o compromisos tales como el matrimonio. Lo que ocurre en la casa que comparten Volodia, Kolia y Liuda, pasaba en muchos otros hogares.
Hay una única escena de un acto sexual a lo largo del film. Y la escena, por supuesto involucra a los tres simultáneamente. El momento está bien tratado: es importante recordar que no estamos hablando de una película pornográfica, por lo que la intención de retratar el acto sexual no pasa por ese lado. Este fragmento en particular, y toda la película en general buscan utilizar el erotismo como un arma poderosa para mostrar que hay diversas formas de vivir en sociedad y no únicamente la occidental y burguesa.
En definitiva, el erotismo no sólo pasa por mostrar un cuerpo desnudo, sino como instrumento para retratar como se vivió en un determinado periodo de la historia.

Agustín Méndez